Este zoológico presentado por los amigos de tercer grado turno tarde del colegio La Salle San Martín es muy especial,dado que todos sus integrantes son MUY FAMOSOS!!!
10 sept 2011
Algo para compartir EL GUACAMAYO SPIX -en peligrooo!!! por Sofia Ayelén Acosta
Resumen
El programa de recuperación del críticamente amenazado guacamayo de Spix pone de manifiesto los múltiples retos que lleva aparejada la lucha por salvar especies de loros del borde de la extinción. A pesar de que el esfuerzo para salvar al guacamayo de Spix ha generado logros considerables, también propiciado serios desacuerdos. Extinto en la naturaleza, el guacamayo de Spix se enfrenta a un futuro incierto. Las experiencias del programa de recuperación hasta la fecha pueden y deben ser usadas para planificar una estrategia de recuperación de la especie en el futuro. Las interpretaciones y conclusiones presentadas en este artículo son opiniones personales del autor.
Introducción
El primer espécimen del guacamayo de Spix (Cyanopsitta spixii) fue recogido por el Dr. Johan Baptist Ritter von Spix en las orillas del Río Francisco en 1831. La región en la que se capturó el espécimen se llama caatinga y está caracterizada por espinos secos y cactus achaparrados. En la localidad específica en la que se encontró el ave, el tipo de vegetación dominante era bosques en galería junto a arroyos. A pesar de su evidente familiaridad con otros guacamayos azules, Spix no se dio cuenta de que había descubierto una nueva especie para la ciencia.
En 1832 Johann Wagler, asistente de Spix y catedrático de zoología en la Universidad de Munich, notó que el ave encontrada por Spix, y que él había llamado Arara hyacinthinus, era en realidad una nueva especie. En honor de su descubridor, renombró el ave como Sittace spix. Wagler se dio cuenta de que el ejemplar obtenido por Spix era de menor tamaño que el previamente descrito guacamayo jacinto y era de un color diferente. Tenía una cabeza grisácea y un trozo de piel de color negro desprovista de plumas en su cara, en lugar de las manchas amarillas que se aprecian en el jacinto, y tenía un pico de menor tamaño y más delicado que el enorme del guacamayo jacinto y sus parientes. Más tarde, en 1850, el naturalista Príncipe Carlos Bonaparte propuso que la especie debía ser incluida en un género monotípico - Cyanopsitta.
A pesar de que la especie fue nombrada, descrita y clasificada, existen pocos detalles posteriores sobre los hábitos de la especie, su distribución o estado de conservación. En realidad, el siguiente científico en informar sobre la especie en el campo lo hizo 80 años después del descubrimiento de Spix. En junio de 1903, Othmar Reiser vio guacamayos de Spix durante una expedición de la Academia Austaliana de Ciencias al noreste de Brasil.
Reiser escribió, "Desde que supe que Spix había descubierto este raro y bello loro en el área del río Francisco, cerca de Joazeiro, me aseguré de estar atento por si aparecía en el área descrita. Desdichadamente sin éxito. Todas las preguntas hechas a los habitantes locales fueron también negativas. Finalmente, en un lago en Parnaguá en el estado de Piauí, más de 400 kilómetros al oeste de Juàzeiro, Reiser y sus colaboradores se vieron recompensados con dos avistamientos: uno de tres ejemplares y otro de una pareja.
El siguiente informe sobre la especie en Brasil vino de Kaempfer en 1927. Siguiendo una búsqueda de guacamayos de Spix en la orilla norte del Rio Sao Francisco cerca de Juàzeiro, Kaempfer escribió que "Todas las preguntas sobre Cyanopsitta spixii que Spix descubrió hace cien años fueron infructuosas, nadie sabía nada sobre un loro así". Pero fue capaz de encontrar uno. Un ave cautiva que vio en la estación de tren de Juàzeiro.
Los siguientes avistamientos de aves salvajes fueron escasos y espaciados en el tiempo. Pero varios coleccionistas y gerentes de zoológico se las arreglaron para conseguir guacamayos de Spix. Además de las aves encontradas a finales del siglo XIX, se exportaron aves vivas desde Brasil a una gran variedad de destinos durante el siglo XX también. Algunos de ellos fueron a los Estados Unidos, donde uno de ellos, por ejemplo, fue mantenido en el Zoo de Chicago desde 1928 durante unos 20 años. Otros acabaron en el Reino Unido, donde varios coleccionistas privados y zoológicos, como el de Paington en Devon y Mossley Hill en Liverpool, los mantuvieron. En total, hubo hasta siete ejemplares en el Reino Unido en la década de 1930. Al menos uno de ellos fue mantenido en el Ulster a finales de la década de los 60; en la Biblioteca Británica de Sonidos de la Naturaleza se conserva una grabación de la llamada de estos pájaros. También se mantuvieron guacamayos de Spix en el Zoo de Rotterdam, Holanda y en Alemania. Uno pasó algún tiempo en el Zoo de Viena en los años 20, y al menos una pareja fue importada a Portugal desde Paraguay.
Los guacamayos de Spix también fueron suministrados a coleccionistas en el propio Brasil y al menos uno de ellos tuvo éxito en su cría. Durante la década de los 50 un coleccionista de loros llamado Álvaro Carvalhaes constituyó un grupo de cría formado por cuatro parejas que produjeron un total de 20 pollos5. Uno de ellos acabó yendo al Zoo de Nápoles.
Aunque hubo un flujo continuo de guacamayos de Spix capturados en la naturaleza durante la década de los 70 para satisfacer la demanda internacional en los círculos de coleccionistas de aves, la naturalidad con la que los coleccionistas declaraban la posesión de tan raras criaturas declinó abruptamente a finales de los 60. Brasil prohibió la exportación de su fauna nativa en 1967 y el comercio con el guacamayo de Spix se prohibió bajo la Convención sobre el Comercio Internacional con Especies Amenazadas (CITES) en 1975. Con efectos desde el primero de julio de ese año, todo el comercio internacional de guacamayos de Spix entre países que han ratificado el convenio es ilegal.
Una especie críticamente amenazada
A principios de la década de los 70, estaba claro que el guacamayo de Spix era muy raro y probablemente estaba amenazado. Pero hubo pocos detalles firmes concernientes a su situación real.
En 1974, Helmut Sick, uno de los líderes de la ornitología brasileña, y su asistente de campo Dante Teixera, vieron guacamayos de Spix transitoriamente cerca de Formosa do Rio Preto; una pequeña ciudad a más de 500 kilómetros al oeste de Juàzeiro en el Río Preto, un tributario del Sao Francisco, en el noroeste del estado de Bahía. Sick registró dos grupos de aves, uno de tres guacamayos, el otro de cuatro, volando sobre palmeras buriti (Mauritia flexuosa). Sick y algunos otros ornitólogos creyeron que los guacamayos de Spix, como otros tipos de guacamayos azules, se alimentaban de nueces de palmera, y, por el lugar en el que habían sido vistos, que preferían los frutos de las palmeras buriti.
Tres años después de este avistamiento, Sick regresó de nuevo al campo a la búsqueda de los evasivos pájaros azules, en esta ocasión con el ornitólogo americano Robert Ridgely. Los dos científicos recopilaron detalles y extendieron el posible rango del guacamayo de Spix hasta abarcar la parte noreste del estado de Goiás y la parte sur de Maranhao. Cuando estos detalles fueron cotejados con otros avistamientos procedentes de otros reputados ornitólogos en los estados de Piauí, el rango probable del guacamayo de Spix cubrió una vasta área del interior seco brasileño. Paul Roth, un ornitólogo suizo que trabajaba para el departamento de biología de la Universidad de Maranhao en Sao Luis, Brasil, decidió que era el momento de llevar a cabo dicho estudio. Obtuvo una financiación modesta del Consejo Internacional para la Preservación de las Aves (ICBP), una red de grupos de conservación de aves en todo el mundo con cuartel general en Cambridge, Reino Unido.
En junio de 1985, Roth partió en la primera de una serie de cinco expediciones - la última de las cuales concluyó en 1988 - para establecer el estado y la distribución del guacamayo de Spix.
Roth utilizó los avistamientos registrados para identificar un área de búsqueda potencial de 300.000 Km2, algo mayor que Gran Bretaña e Irlanda juntas. Dentro de esta vasta área el se concentró en tres localizaciones generales donde el guacamayo de Spix ya era conocido: la región de Gerais (la parte del interior donde se unían los estados de Bahia, Goiás, Piauí y Maranhao), El sur de Maranhao y las zonas vecinas de Pauí y a lo largo de las orillas del tramo central del río Sao Francisco en el norte de Bahía.
Roth buscó en todos esos lugares, visitando algunos de ellos en varias ocasiones, pero solo encontraron pruebas concluyentes de la existencia del guacamayo de Spix en un lugar. Mientras estaba buscando en Maranhao era dirigido por un trampero hacia Curaçá, una pequeña ciudad a unos 80 kilómetros al noreste de Juàzeiro; cerca del lugar donde Spix recogió su espécimen. El trampero le dijo que había cinco guacamayos de Spix allí.
En abril de 1986, Roth partió para verificar la información del trampero. Él confirmó que había guacamayos de Spix allí, pero tan sólo tres, una pareja y un ave sola; los otros dos habían sido ya atrapados. Los guacamayos estaban localizados en una mancha de bosque de galería en el borde de uno de los muchos cauces de la zona.
Roth obtuvo información importante sobre los hábitos del ave. Su hallazgo más importante fue que parecían especialmente ligados a los altos árboles que crecían a lo largo de los barrancos. En particular en la pequeña zona de arboleda en la que vivían, en un lugar llamado Melancia Creek, los tres loros parecían preferir algunas de las caraibas más grandes para anidar y posarse.
Roth encontró que estas aves eran criaturas de costumbres, que utilizaban una y otra vez orificios concretos para anidar y lugares específicos para dormir. Vió como los guacamayos conseguían una gran cantidad de alimento en los árboles que solo crecían en los barrancos, donde las condiciones eran húmedas comparadas con el espino seco y los cactus achaparrados en los alrededores. También aprendió de los habitantes de la zona que las abejas africanas que habían sido introducidas en Brasil fueron un problema para los guacamayos de Spix. Este agresivo insecto ha colonizado recientemente el noreste de Brasil y se dice que han matado guacamayos de Spix en sus propios nidos.
También se observó que el guacamayo de Spix, como otro ave o animal, había sido considerado una presa interesante en el pasado y había sido abatido como alimento. Pero los tramperos fueron los que representaban el peligro real. Así, para proteger los pocos ejemplares que había encontrado, Roth hizo un trato con algunos lugareños para que los protegieran y continuó su búsqueda.
Roth realizó varias más de estas búsquedas extensivas a través del noreste de Brasil, investigando localidades sugeridas por furtivos, granjeros y ornitólogos, pero no encontró señales de ningún otro guacamayo de Spix.
Roth regresó a Melancia Creek en mayo de 1987 a pagar a los guardias que había contratado para cuidar de los pocos ejemplares que había encontrado allí. Tan sólo quedaban dos de ellos. El mes anterior a su regreso el otro había sido capturado. Esto significaba que los últimos que se conocían en la naturaleza eran una sola pareja.
A finales de año, en la Navidad de 1987, Roth fue avisado que un trampero había vuelto y capturado uno más, dejando tan sólo un ejemplar de los últimos tres. En enero de 1988, Roth recibió noticias de que incluso el último había desaparecido también, capturado por los tramperos.
La pérdida de esta última y reducida población fue muy preocupante en los círculos conservacionistas. Aunque no estaba probado que la especie estuviera extinta en la naturaleza. De hecho, seguían existiendo informes de otros ejemplares salvajes sacados de brasil. Uno llegó al ICBP de un fotógrafo brasileño de fauna salvaje Luiz Claudio Marigo. Él proporcionó información que sugería que la especie permanecía en la región de Gerais en unas montañas llamadas la Chapada das Mangabeiras. El ICBP decidió apoyar una expedición para explorar la región entre junio y julio de 1990.
Se llevó a cabo una larga búsqueda, pero no se encontraron aves en esa región: tampoco había ninguna evidencia de su presencia reciente en la zona. Un detallista de pájaros, sin embargo, sugirió que el equipo del ICBP debía buscar mucho más al este, en la región de Curaça.
Otros guías captados en la zona llevaron al equipo de búsqueda hasta Melancia Creek - el lugar donde Roth había localizado el trío de ejemplares unos años antes. Tan sólo fue localizado un ejemplar - probablemente el último del que Roth había informado que había sido atrapado, pero que, evidentemente no lo había sido.
equipo del ICBP determinó que la especie prefería un bosque en galería único, que tan sólo se encontraba en las secas planicies del curso medio del río Sao Francisco. Las sugerencias previas de que podía estar especializada en la los palmerales de buriti parecían erróneas. Otra zona similar de bosque en galería, franqueando otro barranco, el de Vargen - fue registrada y se encontraron pruebas concluyentes de que los guacamayos de Spix habían vivido allí también, pero todos habían sido capturados.
El
Dado que tan sólo quedaban esas dos zonas de hábitat aparentemente adecuado, parecía que el último ejemplar encontrado en Melancia Creek era probablemente el último de su especie que quedaba en libertad. Los investigadores que encontraron el último ejemplar sugirieron que los informes de las aves en el amplio interior del noreste de Brasil estaban equivocados - como lo estaban al suponer la dependencia de las palmeras buriti. Era, al parecer, un habitante especializado de un tipo de hábitat muy restringido.
El furtivismo era claramente la razón principal de la desaparición de la pequeña población que vivió en un tiempo en los alrededores de Curaçá, que en la década de los 70 pudo sumar unos 60 ejemplares. Existían, sin embargo, razones a largo plazo para la desaparición del guacamayo de Spix - especialmente tras los siglos de desaparición de su único hábitat.
El Río San Francisco era una de las rutas principales hacia el interior de Brasil durante la explotación colonial. En su tramo medio, alrededor de Juàzeiro se convirtió en un enclave importante para los ranchos. Se fundaron ciudades y se desarrollaron grandes propiedades. La tierra fue cambiando gradualmente a medida que la población comenzaba a asentarse durante el siglo XVII. Los árboles más altos fueron abatidos para proporcionar madera para los edificios y los barcos, mientras que los cultivos ocupaban las mejores tierras - por ejemplo alrededor de Curaçá. El mayor énfasis, sin embargo, estaba en el ganado y, al comienzo del siglo XVIII ya había ranchos extensivos. Para limpiar las tierras y obtener pastos, los colonos usaban el fuego.
Más de cien años de incendios, talas y pastajes intensivos precedieron al paso de Spix y Martius a principios del siglo XIX. Tan sólo podemos aventurar hipótesis sobre cual era el estado de esos especiales barrancos en aquel entonces, pero dada la rara humedad que contenían, la presencia de grandes árboles madereros y el potencial de cultivo de sus suelos, su degradación ya debía estar bastante avanzada a principios del siglo XIX, cuando fue capturado el primer guacamayo de Spix por un científico. Roth suponía que los bosques en galería podrían haberse extendido hasta 50 kilómetros dentro de la caatinga a ambos lados del Río San Francisco y que en el pasado debían haber estar presentes en una parte significativa de su curso medio. Para cuando se encontró el último ejemplar de guacamayo de Spix salvaje, tan sólo dos pequeñas manchas de bosque en galería se conservaban, el resto había desaparecido.
Durante el siglo XX, emergieron nuevas presiones sobre los ecosistemas locales. En la década de los 50, el Banco Mundial financió extensos proyectos de gestión hidrológica. Por entonces el valle de San Francisco tenía una estructura de uso de la tierra típica en gran parte de Brasil: enormes haciendas y plantaciones propiedad de latifundistas mientras que la mayoría de la población vivía en una extrema pobreza como aparceros, arrendatarios y braceros. La llegada del riego propició el cultivo a gran escala de caña de azúcar, soja y maíz.
En 1974 el Banco Mundial proporcionó financiación para la presa del Sobradinho. El reservorio, creado sobre una represa a unos 50 kilómetros cauce arriba de Juàzeiro y Petrolina, inundó una gran zona del valle de San Francisco, incluyendo cualquier hábitat potencial del guacamayo de Spix que pudiera haber existido allí. Más tarde, las presiones que aparecieron para hacer prospecciones de gas, petróleo y minería se añadieron al impacto de la agricultura y la energía hidroeléctrica15.
Así, el guacamayo de Spix aparece como la víctima de una degradación a largo plazo, así como una reciente explotación insostenible para satisfacer la demanda internacional de aves raras en cautividad. Funcionalmente extinto en la naturaleza, en 1990 se confirmó que la única oportunidad para salvar la especie era la escasa población cautiva.
El programa oficial de recuperación
Antes de la confirmación final del verdadero estado del guacamayo de Spix en la naturaleza, ya se habían comenzado los esfuerzos para establecer un programa de recuperación. El primer intento serio de establecer un programa de conservación tuvo lugar en Loro Parque en Tenerife, en agosto de 1987. En aquel entonces, había un total de 12 ejemplares confirmados en varias localizaciones fuera de Brasil y otros 12 en Brasil - 24 en total. Circulaban rumores de que podrían existir otros 19, pero no había confirmación de la existencia de ninguno de ellos. Una serie de entrevistas posteriores tuvo lugar en los meses siguientes. Estas involucraron varias combinaciones de las partes interesadas, incluido el Gobierno Brasileño, expertos científicos, agencias internacionales como CITES y TRAFFIC, así como los propietarios de las aves cautivas. Esas discusiones condujeron al establecimiento de un grupo de trabajo para la gestión del guacamayo de Spix. El equipo de trabajo de turno propuso el establecimiento de un Comité Permanente para la Recuperación del guacamayo de Spix. Se reunió por primera vez en julio de 1990 - la misma semana en la que el equipo del ICBP estableció que el ejemplar de Melancia Creek era el último de su clase en la naturaleza.
Los objetivos del Comité eran consolidar la información sobre el guacamayo de Spix en la naturaleza, identificar el área histórica de la especie, determinar el sexo de las aves cautivas, crear un libro de cría y elaborar un plan de acción para asegurar la supervivencia de la especie. En el último propósito se incluía la determinación de los cuidados básicos, veterinarios y datos reproductivos para incrementar la productividad del guacamayo de Spix en cautividad. El primer encuentro también identificó los centros con instalaciones suficientemente equipadas para criar estas a ves y recomendó un par de transferencias de ejemplares entre propietarios.
En ese momento, había unos 15 ejemplares conocidos en cautividad, algunos de los otros que se creía que existían unos años antes no se materializaron, y otros habían muerto. De los 15 conocidos a mediados de la década de los 90, había seis dentro de Brasil: uno en Sao Paulo del criador privado Nelson Kawall, otro en Recife, en el noreste, en los aviarios de Mauricio dos Santos y cuatro más en el Zoo de Sao Paulo. El resto estaban dispersos por el exterior; dos en Tenerife en Loro Parque, seis en las Filipinas en el Centro de Cría Internacional de Antonio de Dios y otro más en el Vogelpark Walsrode en Alemania.
En octubre de 1990, el Gobierno de Brasil estableció que si algún otro propietario de guacamayos de Spix estaba interesado en salir a la luz y cooperar con el Comité, sus aves no serían confiscadas. Tres aves estaban involucradas, la posesión de un avicultor privado suizo: Joseph Hämmerli.
De 1990 en adelante hubo varios intentos fallidos de hacerlo, la mayoría de los ejemplares cautivos de los que se desconocía el sexo fuero examinados para determinarlo. La total ausencia hasta este punto, incluso de esa información tan básica, subrayaba lo lejos que estaban de ser efectivos aquellos embrionarios esfuerzos para salvar la especie.
Actividades de Conservación - campo y aviario
In el campo:
Hasta 1990 se había asumido que el guacamayo de Spix tenía un vasto rango de distribución en el interior de Brasil, que abarcaba diferentes tipos de hábitats, incluyendo los pantanos con palmera buriti, cerrado y caatinga. Tras la expedición de ICBP, ahora se pensaba que era un habitante especialista de los bosques en galería que estaban desapareciendo. Cualquier esfuerzo de reintroducción serio debería establecer acciones para salvar también ese hábitat. Esto significaba que había razones para llevar a cabo actividades de conservación en los bosques en galería de la caatinga además de a través de las diferentes colecciones de aves.
Así, poco después de que ser localizado el último ejemplar, se encargó del trabajo de campo a un científico, para promover la causa del guacamayo de Spix en la zona y recopilar información sobre el ejemplar salvaje. A él se unirían más tarde otros que llevarían a cabo trabajos pioneros y vitales en las arboledas nativas del último ejemplar salvaje.
Cuando fue localizado el último ejemplar en Melancia Creek, el Comité tuvo que enfrentarse a una elección difícil - liberar o no, una pareja para que se reuniera con el. Por un lado, el ave podría ser atacada por un predador o por un furtivo, colocando la especie un paso más cerca de la extinción total; no solamente al desaparecer por completo en la naturaleza, sino a través de una disminución de la población. Por otro lado, si se capturaba al ejemplar salvaje, entonces ¿cuál sería el argumento para proteger los remanentes de bosque en galería? Además, ¿Cuál sería en efecto sobre el apoyo local al programa de recuperación? También, ¿Cuáles serían las probabilidades de los ejemplares criados en cautividad si fueran liberados en un lugar extraño en el que no hubiera ningún otro de su especie del que aprender?
El último ejemplar salvaje sabía donde encontrar agua en la estación seca, conocía que frutos y semillas eran apropiados para comer y sabía donde encontrarlos. Él conocía donde se escondían los depredadores y desde donde podían atacarle. Él poseía una cultura vital, un eslabón entre las aves cautivas y la posible liberación que un día podría volver a poblar unos regenerados y protegidos bosques en galería.
Durante una reunión técnica a finales de 1992, más de dos años tras el descubrimiento del ejemplar salvaje, el Comité de Recuperación decidió que lo más adecuado sería no capturar al último guacamayo de Spix. Además, se acordó seguir la propuesta del ICBP y seleccionar un ave de la frágil población cautiva para liberarlo y que se convirtiera en su compañera. Si se conseguía que la pareja salvaje criara con éxito, y se suplementaria la población con ejemplares criados en cautividad para crear una pequeña bandada salvaje, se podrían dar mayores oportunidades que condujeran a la recuperación exitosa del guacamayo de Spix en sus bosques nativos. Pero antes de liberar un ejemplar cautivo irremplazable, era absolutamente vital determinar de forma certera el sexo del salvaje.
Se creía que el último guacamayo de Spix era un macho. Pero para tener la certeza total, se recogieron plumas de la muda y se enviaron a la Universidad de Oxford para realizar un análisis de ADN. El veredicto tardó varios meses en conocerse, puesto que para ello hubo que establecer un protocolo de análisis totalmente nuevo. Efectivamente se confirmó que el ejemplar era un macho.
Continuando con la decisión de dejar el último ejemplar salvaje en libertad y de liberar una compañera para que se le uniera, se construyeron instalaciones en Melancia Creek para apoyar las tareas de reintroducción. Se seleccionó una hembra de la población cautiva para su liberación. Este ejemplar se capturó en la naturaleza en 1987 y era, con bastante probabilidad, la antigua compañera del ejemplar salvaje. Se trasladó a la hembra hasta las instalaciones y se la preparó para la liberación. En marzo de 1995, fue puesta en libertad.
Hubo un periodo de tensión tras la suelta, puesto que no había seguridad de que el ejemplar salvaje y la hembra liberada quisieran formar una pareja. La incertidumbre era mayor por el hecho de que el ejemplar salvaje había formado una pareja híbrida con un guacamayo maracaná (Propyrrhura maracana), una especie de guacamayo de menor tamaño que también vivía - aunque no de forma exclusiva - en los bosques de galería donde el guacamayo de Spix pasaba la mayor parte del tiempo. Esta extraña pareja había formado un fuerte lazo y eran vistos juntos con frecuencia. En lugar de atrapar o eliminar al guacamayo maracaná, se pensó que sería más seguro dejarlo ya que su eliminación podría ser más estresante para el último Spix.
La pareja híbrida y la hembra liberada fueron vistos pronto volando como un trío. Más tarde la hembra y el macho de Spix comenzaron a pasar más tiempo juntos. Parecía que el experimento había funcionado y que se había establecido una pareja salvaje. Entonces la tragedia golpeó súbitamente - la hembra desapareció. Había estado en libertad menos de tres meses.
No se supo la razón de su desaparición inmediatamente. Sin embargo, unos años más tarde, un vaquero local informó de que había encontrado el cadáver del ave bajo una línea eléctrica con la que aparentemente había chocado. El macho estaba sólo una vez más, y se decidió que ninguna otra hembra podía ser arriesgada en un intento de liberación.
A pesar de este inconveniente, el trabajo del equipo de campo en Melancia Creek continuó con la monitorización del último ejemplar salvaje. Entre otras observaciones interesantes, comprobaron que en la estación de cría 1996-1997 la pareja híbrida pasaba más tiempo alrededor de un nido en algunas viejas caraibas. Los investigadores sospecharon que había una puesta. Comprobaron el nido y observaron tres huevos. Con el respaldo del Comité de Recuperación, el equipo de campo tomó la decisión de reemplazar los huevos con otros obtenidos de un nido de guacamayo maracaná cercano.
Se asumía que los huevos recogidos del nido de la pareja híbrida serían estériles. Pero un examen más profundo por parte de un científico de Sao Paulo reveló que en uno de ellos había desarrollado un embrión. El embrión estaba muerto y probablemente no era viable pero se trataba, con toda certeza, de un híbrido - contenía ADN de guacamayo de Spix.
Incluso si esta única pareja de aves no podía producir descendencia viable o fértil, o, a juicio de los científicos, arriesgarse a criar descendencia híbrida, quizá si podían actuar como padres adoptivos de huevos de guacamayo de Spix obtenidos de parejas cautivas. Podría ser que incluso pudieran criar pollos nacidos en cautividad que fueran colocados en su nido. Puesto que poco más podía hacerse para reintroducir más ejemplares en las arboledas de los barrancos, los científicos pensaron que valía la pena intentarlo. La pareja híbrida aceptó el cambio de sus huevos por los de guacamayo de maracaná obtenidos de un nido salvaje cercano y los crió con éxito, pero los predadores acabaron con los jóvenes. Los investigadores tuvieron que esperar otro año antes de que la pareja híbrida volviera a anidar. Se intentó otra adopción cruzada con huevos de guacamayo maracaná en la temporada de cría 1997-1998, pero también fue un fracaso cuando los huevos fueron devorados, por predadores mamíferos o una serpiente.
En la siguiente estación de cría la pareja híbrida hizo dos intentos de anidación. El primero fue fallido, pero en diciembre de 1998 la pareja realizó otra puesta y los investigadores lanzaron el cuarto esfuerzo para conseguir que criaran.
En esta ocasión, en lugar de remplazar los huevos por otros de un nido de guacamayo maracaná como en ocasiones anteriores, se cambiaron por unos de madera. En enero de 1999, tras 23 días de periodo de "incubación", los investigadores reemplazaron los huevos de madera por dos pollos de tres días de edad. En marzo, los padres adoptivos volaban por el barranco junto con los dos jóvenes. Tras este éxito, se consideró posible un nuevo experimento - reemplazar los huevos de la pareja híbrida con huevos de guacamayo de Spix de cautividad.
Mientras tanto, se estaba llevando a cabo otro experimento. Este consistía en la liberación de guacamayos maracaná criados en cautividad. Éste fue concebido como una prueba para la futura liberación de guacamayos de Spix en cautividad. Para ello se asumía que los desafíos de la liberación serían muy similares en ambas especies y, por ello, era más conveniente probar con la especie menos amenazada primero.
Las aves fueron donadas por Loro Parque Fundación para tomar parte en el experimento. Algunas de ellas habían sido criadas a mano. Estas fueron seleccionadas deliberadamente para la liberación puesto que los resultados de su adaptación serían especialmente útiles a la hora de planificar las siguientes fases de la recuperación del guacamayo de Spix, que podrían comprender inevitablemente ejemplares criados a mano.
En noviembre de 1997, se colocaron 11 guacamayos maracaná en el aviario de adaptación de Melancia Creek, construido originalmente para la liberación de la hembra de Spix en 1995. Con objeto de maximizar la información que podría ser obtenida de la liberación de estas aves, se las marcó con radio-collares para poder seguir sus movimientos más de cerca y estudiar su comportamiento más detalladamente.
Poco después de un año, debido a varias dificultades en la selección de la forma correcta del equipo de seguimiento por radio, las aves fueron finalmente liberadas. La idea era liberar tan sólo un componente de cada una de las parejas establecidas en firme, así los ejemplares liberados permanecerían en la zona. Se colocó comida, agua y cajas nido en los alrededores para facilitar la adaptación a la vida salvaje de las aves liberadas. Los guacamayos fueron seguidos de cerca y, como se esperaba, permanecieron en las cercanías del aviario. La otra mitad de las parejas fue liberada en enero de 1999.
A pesar de algunas muertes tempranas, siete sobrevivieron y realizaron una transición exitosa hacia la vida salvaje. La reintroducción fue tan exitosa que algunos de los guacamayos maracaná realizaron intentos de cría inmediatamente después de haber sido puestos en libertad. En Loro Parque estos guacamayos hubieran criado desde febrero-marzo hasta julio. En Curaçá la temporada normal de nidificación debería estar entre diciembre y enero. El intento de cría sincrónico con las fechas normales de los guacamayos maracaná en la zona demostró lo bien que se habían adaptado las aves a las condiciones locales.
Ha tenido lugar una reintroducción exitosa de aves criadas a mano. Los resultados de esta liberación y los experimentos de adopción podían ser utilizados para apoyar posibles estrategias de recuperación que incluyan la liberación de guacamayos de Spix juveniles a través del nido híbrido o desde el aviario.
En una reunión del Comité de Recuperación que tuvo lugar en el Zoo de Houston a finales de 1999, el criador filipino Antonio de Dios acordó proporcionar cinco jóvenes guacamayos de Spix para su liberación en los bosques en galería de Melancia Creek. Las aves fueron cuidadosamente seleccionadas para no poner en peligro la base genética de la población cautiva. Serían tres hembras y dos machos. Junto con el macho salvaje, se preveía la existencia de tres parejas en su hábitat natural.
Sin embargo, antes de que esas aves pudieran ser preparadas para su liberación, volvió a ocurrir un hecho desastroso. El macho salvaje desapareció. A principios de 2001 se le dio por muerto. Este suceso trágico, aunque no totalmente inesperado, marcó un nivel en los esfuerzos de recuperación - el guacamayo de Spix estaba en este punto extinto en estado salvaje. Al mismo tiempo, cualquier propuesta de adopción cruzada de guacamayos de Spix criados en cautividad a través del nido híbrido ya no era posible. También, las expectativas de éxito por una reintroducción "suave" de aves criadas en cautividad se disminuían debido a que el "tutor" salvaje había desaparecido.
En cautividad:
Cuando se determinó que tan sólo quedaba un ejemplar en estado salvaje, estaba claro que las expectativas de supervivencia de la población dependían totalmente de la población cautiva. Sin embargo, los retos a los que se enfrentaba el programa de cría en cautividad eran considerables. Estos incluían cuestiones políticas y técnicas.
En 1994, cuatro años después de formarse el Comité de Recuperación y haberse establecido algunos intercambios entre colecciones, se convino una primera reunión del subgrupo de cría en cautividad en Fort Lauderdale, Florida, para considerar una primera versión del libro de cría. Por esa época, la población cautiva (debido a la aparición de las aves en Suiza y al éxito de cría) había aumentado a 31. Aunque tan sólo 11 eran hembras.
A pesar del lento pero constante incremento en el número de ejemplares, el año anterior había sido testigo de la catastrófica muerte de dos hembras. Una de ellas era una hembra procedente de la naturaleza y mantenida en Loro Parque desde 1985; la otra pertenecía al criador privado Nelson Kawall en Sao Paulo. La segunda fue una pérdida particularmente seria. Era un ejemplar capturado en la naturaleza a principios de los 80 y, aunque había puesto huevos, nunca se había reproducido en cautividad.
La pareja establecida en la colección de dos Santos en Recife no había criado, ni tampoco lo habían hecho las aves del Zoo de Sao Paulo. Al menos una pareja de guacamayos de Spix había residido allí desde 1969, pero no tuvo éxito en la cría. Se acordaron otros nuevos emparejamientos debido al crecimiento de las colecciones de Dios y Hämmerli. El criador filipino tenía entonces 18 ejemplares, lo que era más de la mitad de la población mundial en esa fecha, incluyendo dos parejas reproductoras, mientras que la población de guacamayos de Spix en Suiza se mantenía en cinco, con una pareja criadora declarada entre ellos.
Con este escenario, de sólo tres parejas reproductoras activas, se recomendaron nuevos emparejamientos a los participantes de la reunión. El objetivo era obtener un número mayor de guacamayos productivos, especialmente aquellos que no habían transferido su valiosa información genética a la generación siguiente. Al mismo tiempo los nuevos emparejamientos trataban de establecer diferentes líneas de sangre en los diferentes centros de cría, para que una pareja de guacamayos no inundara a la población completa con sus genes.
Se propuso trasladar el macho desemparejado de Nelson Kawall a una instalación en la que pudiera emparejarse con una hembra. Se propuso que fuera enviado a Filipinas. La pareja del Zoo de Sao Paulo debía trasladarse a Loro Parque. Los guacamayos de Sao Paulo eran la hembra vieja soltera que se mantenía allí desde mediados de los 70 y un macho obtenido en Paraguay en 1987. Los guacamayos de Loro Parque eran el macho original y su hija. Se decidió crear dos nuevas parejas de esos cuatro ejemplares de Loro Parque. El macho que seguía en el Zoo de Sao Paulo debería ir a Suiza y una hembra de Filipinas a las instalaciones de dos Santos en Recife.
La reunión de Fort Lauderdale también trató de retomar esfuerzos previos fallidos para obtener la huella genética de la población cautiva. Esto arrojaría luz sobre que ejemplares del programa estaban emparentados cercanamente y permitiría establecer los emparejamientos ideales desde un punto de vista genético. Esta información era crucial para el esfuerzo de recuperación.
En 1991 ya había sido llevado a cabo un intento de obtener los datos de ADN. Sin embargo, cuando los resultados se distribuyeron en septiembre de 1992, había 23 ejemplares en la población cautiva y las muestras de cinco de ellos (tres en Suiza, el ejemplar de Walsrode y uno de los loros de Dios) no sirvieron. Los datos eran además técnicamente deficientes y el proceso tenía que ser repetido - pero esto no se hizo.
Los resultados incompletos significaban que algunos de los traslados de aves se habían realizado sin detalles sobre las posibles implicaciones genéticas de los nuevos emparejamientos. Esto era potencialmente muy problemático. No solo había ya cría entre parientes en la población cautiva, sino que podía haber habido endogamia también en la naturaleza. Todos las aves cautivas parecían proceder de dos, y probablemente sólo una, pequeña población cerca de Curaçá, y era bastante plausible que los loros mantenidos en varias partes del mundo fueran en realidad parientes cercanos - ¡puede que incluso miembros de una misma familia! Los vacíos y deficiencias del análisis de ADN eran, cuando menos, problemáticos.
A pesar de este retroceso, existía un esfuerzo continuo por emparejar las aves a través del libro de cría, que estaba siendo gestionado por una empleada del Zoo de Houston. La población cautiva siguió creciendo para alcanzar en 2001 los 64 ejemplares.
Sin embargo, la expansión provenía de las crías del pequeño grupo de fundadores. De los 20 ejemplares mantenidos por el propietario suizo en 1999, al menos 11 (y quizá 16) tenían los mismos padres. Estos eran el viejo macho capturado en la naturaleza en 1974 y la hembra joven procedente de cautividad y transferida desde Filipinas.
En las instalaciones de Antonio de Dios, donde ha habido un incremento de 26 ejemplares, 19 de ellos proceden de dos parejas. Una pareja está formada por dos adultos obtenidos originalmente a finales de los 70 o principios de los 80. Han producido 12 ejemplares, uno de ellos la hembra transferida a la prolífica pareja Suiza. La segunda pareja (que ha producido siete descendientes) son hermanos y descendientes de la primera pareja de Antonio de Dios. En total casi la mitad de la población cautiva es descendiente de tan sólo seis ejemplares, que están además emparentados unos con otros.
Las dificultades potenciales que aparecen al utilizar una escasa base genética fueron empeoradas por los movimientos no autorizados por el Comité. El primer aldabonazo vino con la salida del propietario suizo del Comité de Recuperación. Se retiró y vendió sus aves a entre uno y tres criadores suizos. La mayoría (15 de 20) fue a parar a un propietario que al menos ha prometido su colaboración con el Comité de Recuperación. Se informó que los otros cinco se repartieron entre dos propietarios que no son miembros del Comité, y que, aparentemente, no tienen intención de serlo en el futuro. Otro aldabonazo al esfuerzo de recuperación vino cuando el propietario filipino transfirió cuatro de sus aves al emirato de Quatar, en el golfo pérsico, a principios de 2000. Este traslado tampoco estaba autorizado por el Comité pero aparentemente se realizó con la asistencia de la gestora del libro de cría.
Como resultado de los cambios en la propiedad de las aves, que no fueron autorizados por el Comité, afloraron tensiones que condujeron a la agencia gubernamental del Gobierno Brasileño -IBAMA- a suspender las actividades del Comité. A partir de este punto, ya no existía un cuerpo director capaz de llevar adelante el programa de recuperación del guacamayo de Spix. Varios ejemplares permanecían sin pareja en Tenerife, Suiza y Brasil. Puesto que no había Comité, no podían realizarse transferencias. También, siguiendo el colapso del Comité, Loro Parque Fundación, la institución que ha financiado la mayor parte del trabajo de campo mientras vivía el último ejemplar salvaje, decidió suspender sus esfuerzos para la recuperación en los barrancos. Así, el vínculo crucial entre los componentes de campo y de cautividad se rompía de forma efectiva.
En Septiembre de 2001, la gestora del libro de cría en el Zoo de Houston fue relevada de sus funciones en los esfuerzos de recuperación del guacamayo de Spix. Poco después, el Gobierno de Brasil hizo propuestas sobre las transferencias necesarias para maximizar el esfuerzo de cría en cautividad. Estas estaban basadas en las recomendaciones hechas por Natasha Schischakin, quien, a pesar de ya no trabajar en el Zoo de Houston, seguía siendo considerada por los técnicos brasileños como la gestora del Libro de Cría. En mazo de 2002 fue definitivamente relevada de sus funciones y remplazada por el científico brasileño Carlos Bianchi.
Logros y contratiempos
Logros
* El establecimiento del Comité de Recuperación
Dadas las complejidades legales y la amplia distribución geográfica de las aves cautivas, el hecho de que el Comité se estableciera en una forma que consiguiera amalgamar los diversos intereses de los grupos implicados fue un gran logro. No hay duda de que sin el Comité, las dificultades hubieran sido mucho mayores.
* Programa de cría en cautividad-
Aunque existieron desavenencias en su momento, permitió realizar algunos emparejamientos y obtener mejores resultados de los que podrían haberse obtenido de no existir (ver abajo), el hecho de que la población se cuadruplicara entre 1990 y 2000 es un logro que debe ser reconocido.
* Apoyo conseguido sobre el terreno
Un elemento crucial para el éxito del programa a largo plazo (y que puede seguir siendo un elemento vital en el futuro) fue la buena acogida con la que los habitantes locales se aprestaron a apoyar el programa para salvar al guacamayo de Spix. El equipo de campo, principalmente con el patrocinio financiero de Loro Parque Fundación, se las arregló para generar un ambiente favorable a los esfuerzos de conservación de la especie localmente. La experiencia en otras partes del mundo demuestra la dimensión crucial de estas actividades en el futuro. Es necesario considerar con preocupación que este aspecto del plan de recuperación actualmente está tan sólo apoyado por el IBAMA con una escasa financiación.
* Experimentos e investigación de campo exitosa
Una gran cantidad de información fue obtenida tanto de la observación como de los experimentos y será de gran ayuda más adelante. Aunque la mayor parte del material recopilado permanece inédito hasta la fecha, lo que limita su valor actual.
Contratiempos
* No se ha establecido una población junto con el último ejemplar salvaje -
El hecho de que el último ejemplar viviera durante una década fue un increíble golpe de suerte para el programa de recuperación. Sin embargo, es un contratiempo que durante ese periodo no haya sido posible establecer más ejemplares en libertad, alrededor del núcleo crucial del último macho en libertad.
* No se ha acordado un programa de recuperación -
A pesar del enorme esfuerzo que se ha puesto en las reuniones para buscar consensos (quizá no suficientemente frecuentes para llevar a cabo progresos suaves y eficientes) sobre la cría en cautividad y el trabajo de campo, es curioso que hasta la fecha no haya un acuerdo generalmente aceptado sobre el programa de recuperación del guacamayo de Spix. Este es un resultado especialmente notable dado que la generación de dicho plan era uno de los objetivos principales del Comité en su creación. Sigue sin haber una política oficial, o programa de actuación con presupuestos, responsabilidades o plazos temporales.
* Continúa sin haber una protección formal del hábitat
IBAMA firmó inicialmente un acuerdo con el terrateniente responsable de la zona donde se encontró el último ejemplar, pero expiró a los cinco años. Se estudió una propuesta de compra de las zonas más importantes en esa época pero no se actuó hasta mediados de 2001. El vallado de algunos espacios forestales importantes se llevó a cabo, pero sigue sin haber un plan a largo plazo para combatir la presión del pastoreo y sus efectos en el irremplazable hábitat del guacamayo de Spix.
* No hay una guía de manejo en cautividad -
A pesar de los encargos hechos en 1994, sigue sin haber una sola guía de manejo de la especie en cautividad. De forma que gran cantidad de la experiencia ganada en los cuidados veterinarios, bienestar general y crianza de esta especie en cautividad continúa dispersa e inédita.
* Ausencia de un análisis genético para tomar decisiones sobre emparejamientos
A pesar de la ineludible necesidad de impedir la endogamia, sigue sin haber un análisis genético global de la población cautiva. Esto sigue siendo un obstáculo para la cría efectiva en cautividad. Este trabajo, y el concerniente a la producción de una guía de manejo, eran responsabilidades delegadas a la gerente del libro de cría. Claramente será necesario en un futuro asegurarse de que la persona que gestione el libro de cría tenga el compromiso y la capacidad de llevar a cabo esas importantes tareas.
* Dificultades creadas por transferencias y ventas -
El hecho de que los propietarios individuales decidieran vender y transferir aves fuera de las decisiones del Comité ha sido causa de serios problemas. El hecho de que estos individuos hayan elegido actuar de esta forma es, en último término, un problema de conciencia individual. Que no haya sanciones que puedan serles aplicadas subraya la cuestión central de quién posee la propiedad de las aves.
Conclusiones
No dejar que ocurra de nuevo
Está bastante claro que no puede permitirse que vuelva a ocurrir la extinción del guacamayo de Spix en la naturaleza. La última población silvestre debería haber sido protegida, y hubiera sido necesario no tolerar la captura y comercio con la especie. Sin embargo, hay que reconocer que la suerte de las especies amenazadas, como el guacamayo de Spix, no pueden desvincularse de la situación económica a largo plazo que influye en la pérdida y degradación del hábitat, y que los esfuerzos para conservar las criaturas críticamente amenazadas deben ser situados en un contexto realista.
Las cuestiones de la propiedad deben ser resueltas
Un elemento central que lastró el programa de recuperación desde el principio ha sido la cuestión de quien posee las aves. Sin ningún acuerdo claro sobre la posesión, el control y coordinación de las aves cautivas se convierte en imposible. Loro Parque Fundación en un gesto honorable (e inédito entre los criadores no brasileños) retornó la propiedad de las aves al Gobierno de Brasil. Teniendo un control sobre las aves cautivas, es mucho más fácil que las decisiones se tomen más rápido, los fondos se orquesten de manera más sencilla y los esfuerzos prácticos para salvar la especie sean considerablemente más eficientes.
El guacamayo de Spix todavía puede ser salvado
La cuestión clave, por supuesto, es si la especie puede ser salvada. La respuesta es que sí puede. Existe una amplia experiencia alrededor del mundo que nos anima a tener un punto de vista optimista. Sin embargo, es necesaria una aproximación más sistemática y determinada que la que se ha visto hasta la fecha, y deben clarificarse cuestiones centrales, incluyendo el tema de la propiedad.
Revisión
El futuro debería estar basado en una visión independiente de los esfuerzos de recuperación hasta la fecha. Hay muchas lecciones que deben ser aprendidas en estos 12 años de programa de recuperación oficial, y deberían ser consideradas a la hora de planificar las siguientes fases. Con objeto de obtener credibilidad y respeto por las múltiples partes involucradas, esa revisión debe ser llevada a cabo por una entidad totalmente independiente, que no haya tenido ningún papel en los esfuerzos de recuperación hasta la fecha. Debe concebirse un proceso transparente, en el que todas las partes puedan contribuir con sus perspectivas a la revisión.
Devolución del control a Brasil
El esfuerzo de recuperación debe estar en un futuro bajo un claro control brasileño. Esto debería incluir, no sólo una resolución de las cuestiones de la propiedad de forma que pongan más influencia en manos del país nativo de los loros, sino también la colocación de, al menos algunos ejemplares, en un centro de crianza al noreste de ese país - preferiblemente en la localidad donde se vivían los últimos ejemplares. Ciertamente surgirán problemas por lo remoto del lugar y la falta de infraestructuras locales, pero esto no debería ser una razón para no considerar y evaluar el coste de esa opción. El libro de cría debe estar bajo control brasileño y cualquier futuro Comité debe estar basado más firmemente en la soberanía brasileña de la especie. Sin embargo, un giro de este tipo solo será posible si el Gobierno Brasileño se compromete más firmemente y con credibilidad al rescate de esta especie. Eso requerirá que los políticos y los técnicos obtengan respaldo financiero y político en ese país. Hasta que esto ocurra, muchos seguirán siendo escépticos sobre la capacidad de Brasil de jugar un papel determinante en el rescate de esta especie.
Reconocimientos
Una gran cantidad de gente ha contribuido a mi conocimiento y compresión sobre el guacamayo de Spix y sobre los esfuerzos para su salvación. Son demasiados para mencionarlos en un artículo de esta extensión pero, incluso en este limitado espacio, quiero mostrar mi reconocimiento a la particularmente útil ayuda prestada por el Dr. Nigel Collar de Birdlife International, el ecólogo especializado en guacamayos Carlos Yamashita y a Loro Parque Fundación, especialmente a su Director, Yves de Soye.
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